miércoles, 24 de diciembre de 2014

Corto viaje a mi interior influenza Surrealismo

Casi lo toqué - finalicé palpando el aire sutil de nuestra atmósfera.


Alejé el zoom de mi visión enfocada en el reloj de arena que amortiguaba su base intacta y, casi sin darme cuenta, evadido de los retales de la realidad, me concentré en los que se convertían en mis ideales, sumidos totalmente (ahogados), en el surrealismo....

Realmente no sé cuál es el significado puro de surrealismo, ni me sale de las vísceras conocerlo, pues es más intrínsecamente interesante si sale de esas vísceras. Seguramente todos seamos Surrealismo, algo que ni siquiera se acerca a la realidad. Ojalá.

Giro de 180 grados. Mis oscuras retinas repletas de bellos receptores que, joder, me obligan a captar una asquerosa realidad, voltean hacia el interior de un cuerpo, aparentemente vacío de conexiones electrizadas como el cielo azul.

-¿Qué cojones es esto?

Eco, mis palabras interrogantes no sé de donde salen pero resuenan una y otra vez. Mi primera impresión al acercarme a mí fue de absoluta desconexión a las hipótesis y teorías científicas de neurociencia y conocimiento del pensamiento del hombre.

Comencé a descender por unos conductos  que portaban unas burbujas transparentes en sus entrañas y un cartel adhesivo en su superficie que me avisaba de conocer la muerte si osaba a destruir su homogeneidad. En mi mente, recuerdos de un relato de las antiguas civilizaciones, aquellos esclavos que alababan y transportaban un Dios. Joder, ya comienza el surrealismo.

Un ascensor que chirriaba acidez y olor nauseabundo me comunica con un jardín de fuentes que remueven aguas rojas. Rojas. Como las rosas que ofrecían mi corazón aquella vez a Marina. ¡Clack! despierta Álvaro. Despierto de ella y me encuentro que el jardín es un despojo resultante tras un incendio abismal que arrasa hasta las posibles semillas de una mísera vivencia.

Respira... Ves, eran prioritariamente necesarias esas burbujas. Aire y me volatilizo. Navego sobre un sobre blanco en la oscuridad, soy un mensaje hacia mi mismo. Vuelo, vuelvo y vuelco sobre un armazón calcáreo quelonido que representa, supongo, mi corazón.

Imagina una brutalidad de fuegos artificiales con colores que siquiera se han imaginado, sonidos melódicos que marginan el ruido, saxofones, violines, teclas del piano, millones de frases de sabios eruditos van saliendo del hipocentro, del núcleo (sin parar), el conocimiento absoluto y desarrollo está a mis manos. Se me erizan los pelos y las retinas se maximizan para absorber.

Empiezo a correr hacia ello, hacia la libertad, hacia la esperanza de convertirme en superhombre. Hacia mi descubrimiento......

...........
...................

.....................................

Despierto, sobre babas en la mesa. Un reloj de arena que se ha agotado. Un espejo que me refleja delante. Y, sin saber por qué, dije:

- Casi lo toqué.




Álvaro Garrido Aragón.