domingo, 11 de enero de 2015

Pérdida de valores a GARmendia ermitaño

El gajo especular de mi naranja de la amistad me había propuesto hablar, sentados, frente a la pérdida de valores y la decadencia social de la sociedad (perdón por la redundancia), y mirando yo ahora mismo el cargador eléctrico de mi portátil se me ocurre una metáfora bastante mala:

NO hay que preocuparse por la desconexión absolutamente instantánea de gran parte del rebaño, que mirando mi ordenador corresponde a la batería, ahora separada del resto del ordenador, puesto que mientras existan herejes de la respuesta vírica social-actual conectados a la FUENTE de la electricidad, de la vida, podrá el camino ser siempre luz, podremos mirar hacia delante.
El ordenador portátil, tú y yo, amigo, podremos recrear un mundo nuevo sin necesidad de la batería independiente y errante, sólo con no perder de vista el objetivo con el que estar conectados. 

Por otra parte, me queda reflexionar en la extinción de la biodiversidad social interrumpida por esa pérdida de valores que, sin quererlo, son pertinentemente relativos al gajo. Diez, doce gajos hacen un fruto esencial. Al final, lo importante es encapsularte con gajos similares dentro de la carcasa recreando un ambiente en el que seas feliz.

En definitiva la pérdida de valores no existe. Porque ya se han perdido, es algo invisible. Que no te preocupe lo que aun no ha pasado porque los valores son el ave Fénix que se van regurgitando a la vez que se pudren o mueren a estribor, al otro lado de la borda.


Tampoco creo en la decadencia de la sociedad atribuida a la simbiosis con la pérdida de valores, ahora inexistentes. Esta decadencia es simplemente un cangrejo ermitaño. Es una balalaika que suena en acordes distintos a los nuestros. Puede, incluso, que sea un camino hacia la felicidad. 
Es una mierda amigo Garmendia porque hacer un relato relativamente bien sonante es un retrato incorrecto de lo que querías oír. 

No quiero, ni pienso, que la Población decaiga, sino que la mutación selectiva ordinariamente no-aleatoria que acaece sobre los que no transmutan el metal en oro, sino en DINERO, es tan certera que inducirá la desaparición de éstos, favoreciendo el ascenso de los alados que socializan sus inquietudes sentados en un banco. Y que, puede que sin éxito, intenten hacer un mundo menos decadente. 


Y ahora una pequeña historia sobre el cangrejo ermitaño:

Andando un cangrejo se hallaba sobre tierra no sellada
Cansado de que el Sol sobre su piel se posara
Sudaba pensamientos de muerte y soledad, el final
Previo a esto, se separó de su comunidad 
Por querer errar, chocar y crecer su espíritu mortal
- ¿Mi alma no sirve pues para mi propia conducción hacia el desenlace?
Se preguntaba el cangrejo tras salir del trance
Pero la vida siempre te lleva a tu camino, tu destino
Creyendo su familia que había perdido y su decadencia estaba asegurada
Que se adentraría en un torbellino marino
Que ardería en sus pensamientos mezquinos
No fue así, el ermitaño erudito de su razón inadecuada 
Topó con una mansión paradisíaca relativamente cuadrada
Estaba oxidada y hasta el se dio cuenta que previamente había sido usada.
Caminó y caminó, ya sombreado de la luz que exilia 
Lo que nadie sabría, es que esa "casa" fue portada por su familia.


Encuéntrate.

Álvaro Garrido Aragón para un amigo, un compañero errante, Nacho Garmendia. 





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